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3. EL RETRATO
Ahora estoy preparándome con otro modelo: Un cartero con su
uniforme azul, engalanado de oro, gran figura barbuda, muy
socrática. Republicano furioso como el viejo Tanguy. Un hombre
más interesante que muchas personas… […] No hay un mejor
camino ni más corto para mejorar el trabajo que hacer figuras.
Además me siento con más confianza haciendo retratos,
sabiendo que este trabajo es mucho más serio (Van Gogh, 1987,
p. 37)
La imagen resulta ser uno de los mayores placeres del ojo humano; ver, observar,
entender el mundo a partir de las imágenes es nuestro referente existencial de los objetos
y seres; la imagen nos ubica, nos da sensaciones, emociones, expresa y comunica. Un
retrato entendido como la imagen representativa de una persona, carga consigo el peso
de la mirada, el cuerpo y la pose como referentes de la identidad y la individualidad.
¿No resulta interesante hablar del sujeto como imagen? ¿Un hombre que se ha convertido
en pintura, o en fotografía? ¿Hablar de la inmortalidad hecha imagen? Pero ¿De dónde
nace la idea de hacer del sujeto imagen? ¿Qué lo hace imagen? Regis Debray habla del
nacimiento de la imagen a partir de la muerte, en su libro Vida y muerte de la imagen
comienza:
“El nacimiento de la imagen está unido desde el principio a la muerte. Pero si la imagen
arcaica surge de las tumbas, es como rechazo de la nada y para prolongar la vida. La
plástica es un terror domesticado. De ahí que, a medida que se elimina a la muerte de la
vida social, la imagen sea menos viva y menos vital nuestra necesidad de imágenes”
(Debray, 1994, P. 19).
Desde la forma más natural creada por la naturaleza como lo es el reflejo que genera el
agua ante un ser u objeto, el hombre ha tenido la posibilidad de verse a si mismo. En la
mitología griega, por ejemplo, Narciso fue un hombre cuya belleza atraía a todo el que lo
veía y por rechazar a quienes le profesaban su amor, es condenado a ver su reflejo en un
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